Lo que no sueltas lo cargas y aunque te estés arrastrando que ya no puedes más, sigues y sigues cuesta arriba y cuesta abajo.
Mejor viaja ligero, cómodo, para que cada vez que estés subiendo estés feliz, pero si vienes de bajada también.
Es nuestra decisión tomar las cosas que nos suceden como una bendición y aprendizaje o como un peso que cargamos con mucho dolor y sufrimiento.
Te dejo esta breve historia que me encantó, espero y te haga sentido.
Cargar las piedras
Una agradable mañana, el maestro oriental Hu-Song paseaba por el jardín con sus discípulos.
Hu-Song propuso a sus discípulos el siguiente relato:
– «Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?»
– «Que es un necio», respondió uno de los discípulos. «¿Para qué cargaba las piedras con las que tropezaba?»
Hu-Song dijo:
«Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos. Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro.»
Suelta rápido, perdona rápido, no te quedes con todo porque lo llevarás a todos lados. Es tu responsabilidad lo que piensas y haces, no lo que los demás responden o sus reacciones.
Me dice mi maestro que la mejor forma de entender a la otra persona que tiene un criterio diferente a nosotros o que utilizó palabras ofensivas o te puso en una situación que no te agrada, es entender que cada uno de nosotros funciona con un programa mental, no es personal, es el chip instalado durante toda nuestra vida que nos hace hacer ciertas cosas.
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